Sanar es más que curar

… sanar es más que curar, es abrir tus entrañas para que la vida nazca nueva, es aliviar al otro sus cargas ayudando a que las resuelva, es desatar los nudos de aquello en que se enreda… sanar es disolver en paciencia los dolores que se espesan, es volver a darle fuerza a la vida que se quiebra… sanar es entender que el pecado no es sólo enfermedad sino pobreza, es socorrer al herido y cargarlo a tu cuenta, es levantar al postrado cuando crea no pueda, es esperar al rezagado que aunque tarde siempre llega… sanar es dejar en un costado lo que en la ruta fueron piedras, es mostrar al fracasado lo que en las manos aún le queda, es enseñar al que ha varado lo que aún pueden sus brazos si ellos reman… sanar es ayudar al que ha perdido el gozo de la fiesta, es buscar al que se esconde con tal que no lo quieran, es recuperar al que ha querido fugarse en una siesta… sanar es abrir una ventana cuando todos cierran puertas, es buscar las raíces y dejar las componendas, es llevar al que feliz se dice a que en verdad lo sea… sanar es acompasar el caminar de Dios que por la tierra se pasea… “Señor, ¡sáname para que sane!”… la “rosa sin porqué” sana a quien la contempla por la gratuidad de su belleza… ¿sanas con tu presencia o generas conflictos, discordias y peleas?, ¿te dejas sanar por quienes te encuentran?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 4,38-44)…