Abre los ojos interiores, mira más allá

… abre los ojos interiores, mira más allá… más «adentro» es lo mismo que «más allá» o «más aquí»… se trata de superar una cierta frontera o de derribar esas falsas y pesadas murallas que te encierran, y para eso es necesario abrir los ojos interiores… dirás que nada ves, que topas con sombras terribles o que carecen de sentido… pero, así como el silencio supera y trasciende cualquier sonido y te levanta a la música más alta, los ojos del corazón sólo hallan el reposo en el horizonte inmenso que, como la luz nueva, se descubre con la paradoja de lo que parece inalcanzable… tu horizonte está siempre más allá porque está siempre más aquí… no caigas en ciénaga alguna, no te quedes atado a las «estructuras» que mueren… “Señor, esos tus ojos que de mirar no callan y al hablar me calan en profundidad… mírenme ahora como lo hicieron antes, para decir mi nombre en la eternidad… díganme pronto que abra mis ojos, y huya del siego de la oscuridad… miren mis pasos andar errantes y digan: ‘síganme, aún falta más’… digan que mire al que va delante, sin querer ver lo que queda atrás… miren mis manos sacar los clavos, y digan: ‘¡detente!, no hay que bajar’…díganme alégrate en la Cruz que miras, pues te ha curado de tu enfermedad… mírenme y digan, digan que calle, que sólo quiera verme mira…”… la “rosa sin porqué” se deja gratuitamente mirar con amor, por eso es tan hermosa… ¿tratas de guiar, aconsejar, conducir a otros y todavía no sabes mirar?, ¿tiene tu mirada la ternura y la compasión para comprender al otro?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 23,13-22)…