¡Aquiétate aquí, descansa y reposa!

… “caminante peregrino”, el ámbito de tu cuerpo es un misterio insondable, te cansas, te agotas… sin embrago se genera una nueva luz, una asombrosa luz… ama y acepta el perfume de esas flores… acepta el rincón admirable de tu jardín… ¿pensabas que Dios no te conocía?… ¡cuánto descuido!… ¡si Él tiene contados todos tus cabellos!… respiro profundo de Dios en la hondura inefable… ¿por qué temes?… alegría del arroyuelo… serenidad en el agua que corre y corre… hay un susurro escondido… camina y ora… ora y camina…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, el corazón contempla y descubre… (en esos rincones que aparecen por todas partes, que nunca faltan, y con los cuales siempre hallas una misteriosa y encendida comunión)… connaturaliza con la quietud, más allá y más adentro que lo exterior… son las fuentes inagotables del claustro del alma… ¿ésa rosa que ves es una danza de átomos y movimientos que no puedes imaginar?… es verdad, pero ¡hay más hondo!… ¡infinitamente más hondo que eso!… y es lo que no se ve ni se sueña… la belleza escondida habla por sí sola…

… hallas en el alma todas las semejanzas en su propio fondo… ¡admirable belleza que el corazón arranca y libera!… de todos los escondites o lugares que acierta a rescatar descubriendo su propia maravilla y esplendor en la aparición insondable del ser… ¿logras detenerte alguna vez?… ¿vives corriendo?… también en la hora de dolor horada esos muros con la luz que te es dada… mira y ve más allá, más allá de tus ojos, más allá de ti… en tu corazón verás más allá de ti… ahonda, luego de detenerte y descansa… descansa sobre el Corazón que tanto te ama…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, te detienes y descansas por un momento… ¡quédate adonde estás!… es una práctica esencial, un ejercicio necesario… ¡detente!… el silencio está ahí… ¡detente!, hay un claro en el bosque por el que vas… aquiétate aquí y reposa, descansa sobre la hierba, a la sombra de éste árbol… nada más… desayuna y matea con la Verdad en el “pan del día”… (Mateo 11,28-30: “… Yo los aliviaré… ”)…