En suave abandono, nada más, no más

… “caminante peregrino”, el deseo de descubrir e ir más allá se manifiesta con harta frecuencia… ¡y no sabes muy bien de qué se trata!… tu Señor llama, golpea delicadamente la puerta de tu morada… ¡de tu corazón!… y no aciertas a responder adecuadamente porque no te atreves a verlo sin más… Él está con suma simplicidad, presente, ¡y más que presente!, en tu vida… la explicación de tantas inquietudes y sufrimientos está en éste Secreto que todo lo llena…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, no te das aún cuenta de la Realidad mayor… del regalo y de la misma presencia del Señor… es que no lo puedes describir, ni definir, ni tratar… Dios está aquí para cada uno y en cada uno, en modo inefable… ¡en «modo sin modo»!… en una plenitud que supera cualquier figura o imagen o lo que se quiera… nada falta, nada falta… porque todo es en Él y porque Él nunca falta y está presente en todo y siempre… es así, no temas…

… no pretendas definir ni explicar, ni hacerlo más «claro»… basta dejarte alcanzar y unir en el corazón… que esta música sublime, «que es de todas la primera», no se nuble por culpa y responsabilidad de una errónea atención tuya a las falacias de éste mundo que pasa… tu vocación y tu vida es la Eternidad… y ya la has recibido en sobreabundancia… conviértete, pues, que tu Señor te espera…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, remueves a tu alrededor para producir los frutos de paz y de comunión que tu Señor espera… necesitas de la conversión permanente al estado de “infancia espiritual”… la desconfianza se te cuela, los cálculos y los números te ganan, las inquietudes te asaltan… recuerda: en suave abandono, nada más, no más… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 13,1-9: “… si ustedes no se convierten… ”)…