Eres hijo de un Padre misericordioso

… “caminante peregrino”, no te apresures a bajar los brazos… a despedirte de los pasos de Dios, de la historia de Dios en tu vida… cada acontecimiento es una noticia de su Presencia… en cada acontecimiento descubres un rostro nuevo, insospechado, de Su Misericordia… ¡el rostro de la Misericordia!… puede ser que no entiendas bien qué es la “transformación” de todo… pero, puerta para algo mayor es siempre el instante, el presente… que deja una faz nueva… que deja una marca…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, ten sumo respeto y delicadeza con tus hermanos… “ama a tus enemigos, haz el bien y no esperes nada a cambio“… y verás cómo todo perdura en una dimensión mayor, como nada se pierde en el nivel más Alto, como toda tu vida respira ya el aire de la Eternidad… ¡eres hijo de un Padre misericordioso!… alégrate pues en este presente y bendícelo… la compunción transforma el pecado y Dios te eleva en su Misericordia…

… las montañas son pequeñas, el mar inmenso tiene fin y se acaba, la llanura termina en alguna frontera… ¡tu corazón, en cambio, no tiene confines!… sí, a pesar de no ser digno… a pesar de no sentirte digno… a pesar de no saberte digno… ¡viene tu Señor a ti y te enamora!… ¡abre su Corazón como morada permanente y como vida!… en Él vives, en Él habitas… permanece en Él…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, descubres que tu debilidad es ocasión y oportunidad donde se manifiesta y se revela el Abismo de Su Amor y de Su Gloria… ¡porque la Misericordia divina es revelación misteriosa de Su Gloria!… si eres hijo, hermano y amigo, ama como hijo, hermano y amigo… no odies, haz el bien, no reclames… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 6,27-36: “… sean misericordiosos como el Padre…”)…