¡Gratuidad!… contemplé una vez su rostro y permanecí embelesado

… ¡gratuidad!… contemplé una vez su rostro y permanecí embelesado… ¿qué hubiera sido de mí si no la conociera entonces?… hoy, cuando se apiñan tantas máscaras engañosas, sería imposible soportar la fealdad… porque la luz, pequeña luz, surge sola en la oscuridad que precede a la aurora… entonces el aire regala su perfume y trae los ecos del río que pasa muy cerca… no se distinguen las flores y aún las aves duermen escondidas en la noche… es la hora del rostro escondido… de esa admirable faz con vocación de sol, pero que no has de descubrir todavía… la Vida se levanta ya en tu corazón, que es anuncio, profecía y gusto del amanecer sin ocaso… es muy posible que te dejes vencer por no sé qué gustos o costumbres, según la hora del día, cuando olvidas el núcleo profundo y su esplendor… pareciera que te conquista esa seudo necesidad de algunos aplausos que se deslicen como ásperas caricias en tus oídos, siempre dispuestos a la premiación… ¡terrible olvido!… la Belleza no se percibe en ruidos ni quehaceres… aquello que, en efecto, alegra tu corazón y de veras te premia, no será jamás encontrado en ningún torneo ni encuentro mundano… la #rosasinporqué permanece embelesada con la gratuidad del cielo, pero no quita sus raíces de la tierra… ¿se ilumina tu rostro con la gratuidad o permanece oscuro con la mezquindad?, ¿te dejas llevar dónde todo es gracia o vives aferrado a lo que sólo tu esfuerzo consigue?… (con el Evangelio de hoy, San Mateo 17,1-9)…