El pan no se entiende como tal

… el pan no se entiende como tal, hasta no estar puesto a la mesa… allí tiene su lugar, en una mesa que nunca es de soledad… es de familia, de amigos, de compañeros de trabajo, pero no de soledad… como mesa compartida, al pan se lo acompaña con la palabra… una palabra que encuentra la confianza de la mesa para ser puesta sobre ella… allí, se necesita la presencia diaria de ambos… poco a poco, ellos van dando un gusto propio a los que se reúnen, como un sabor que día a día se comparte… el pan es aquello que se puso a la mesa para ser servido… y el modo propio de servir lo que está a la mesa es: ofrecerlo, brindarlo, unos a otros… por eso es que el pan no puede faltar a la mesa, como tampoco nadie puede faltar a la mesa del pan… la “rosa sin porqué” es buena como el pan, y sabia como la palabra… ¿sabes partir y compartir la pan en la mesa con los tuyos?, ¿te sacas de encima a los demás o te arremangas para darles de comer?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 9,11b-17)…