Hay una vida que ignoras, que quizá olvidas o soslayas

… hay una vida que ignoras, que quizá olvidas o soslayas… es la vida verdadera que corre más alta, por encima de los sentidos o más hondo que todas las noticias… ¡vida verdadera, inimaginable!… no es agitación vertiginosa ni angustia desgastante… no aciertas a expresar tu bien, porque quedas atado a un carro que te arrastra y te miente… porque supones demasiado o pretendes razonar tanto que todo lo pierdes en la vorágine de inquietudes y de preocupaciones… acepta lo que no logras circunscribir ni encerrar en ninguna parte… acepta que lo mejor esté por encima de ti, pero profundamente en ti… acepta lo que el Señor te regala, aunque por el momento no puedas descubrirlo para «usarlo»… no se trata de «usar», tampoco de «aprovechar»… tampoco de ganar o de perder y, mucho menos, de comparar… de nada te apoderes, deja que el agua se deslice mansamente en el silencio de la oración… “Señor, no hay cosa que me muestre más ‘mi nada’ que estarme ante tu obra desplegada… ni cosa que serene más mi alma que estarse ante tu rostro, sosegada… no hay cosa que desborde más mi palma que aquello en que la tienes regalada… ni cosa que la vuelva más humana, que tomarse de otras muchas como hermana…”… la “rosa sin porqué” eligió la mejor parte al regalar cada mañana la gratuidad… ¿buscas sacar provecho o rédito a todo y te inquietas y angustias porque no lo logras?, ¿sabes sentarte a escuchar o piensas que todo consiste en hacer cosas?… (con el Evangelio de hoy, San Lucas 10,38-42)…