Vive el presente con la intensidad de Su presencia

… “caminante peregrino”, pasar… ¡qué maravilla!, pasar… vas de camino y «pasas» sin detenerte y sin anclarte, ni tropezar… ni te detienes, ni acaparas las cosas que ¡también pasan!… como las nubes del cielo, como las olas del mar… como ese viento que no sabes de dónde viene ni a dónde va… ¿qué te parece?… ¿continúas tu pobre andar?… te comento también al pasar, un maravilloso secreto: ¡que te lo digo al callar!… y nada más, por hoy, nada más…

… pequeño y buen amigo, pequeña y buena amiga, vive “ya”, “ahora”… no trates de retener los segundos que pasan… no mires despectivamente a tu alrededor haciendo esfuerzos inútiles por prescindir de todo… no se trata de que fijes en un punto el curso de escenas o de sucesos o de horas o minutos… que pasan y pasan, uno detrás de otro… vuelve al «ahora», al «ya», y trasciende el tiempo… así superarás esa “tendencia” hacia un pasado que no es o un futuro ilusorio…

… el «ahora» es ahora, todo fue y será ¡“ahora”!… ¿cómo descubres éste presente y ésta Presencia?… no se trata que retengas instantes sino que desciendas a lo profundo, que es “ahora y siempre”… lo que te sustenta es lo que “es”… y para ello es preciso que sueltes las amarras y los lazos del tiempo… y que pases “más allá” o “más aquí”… ves pasar y pasar, pero la realidad está presente, ¡“ya”!, en el fondo…

… entonces, ¡vamos!… ¡arriba!… ¡allí donde te encuentras ponte de pie y respira hondo!… con la “pequeña oración” de la mañana, y de cada momento, te estableces sobre las palabras de tu Señor que no pasan jamás… todo el resto, cielo y cierra, pasan y pasaran… ¡vive el presente con la intensidad de Su presencia!… la caducidad de las cosas y lo efímero del tiempo no te turben… vive aquello de la santa de Ávila: “Dios no se muda, Dios no pasa”… desayuna y matea con la Verdad del “pan del día”, (Lucas 21,29-33: “… mis Palabras no pasaran… ”)…